Suites No. 2 y No. 5 de Johann Sebastian Bach para violonchelo solo

Es de todos conocido - y sin ánimo de nacionalismos - que Catalunya posee una íntima relación con las Suites de Bach y tampoco es exagerado decir que gracias al empeño y sensibilidad de aquel catalán, Pau Casals, esta música persiste en nuestro imaginario sonoro. Bajo una mezcla de pasión y sobriedad, musicalidad y rigor, aquella figura pequeña que tocaba con los ojos cerrados devolvió al mundo - doscientos años más tarde - lo que Bach había compuesto, presumiblemente, para su violonchelista Christian Bernhard Linike a mediados de 1720.

De las 6 Suites para violonchelo sólo hay dos escritas en tonalidad menor y son justamente estas las que interpretará Frances Bartlett. Aunque desconozco las razones para tal selección, la celebro pues nos permite concentrarnos en un aspecto que no era ajeno a los compositores del barroco: la fuerza expresiva, dramática y trágica de la tonalidad menor. Así la Suite No. 2, a pesar de su variedad rítmica y algunos destellos de luz soleada, es oscura y sombría y no por ello menos galante. La Suite No.5 insiste en las sonoridades profundas del violonchelo y es más reflexiva y pensativa, sumiéndonos en cavilaciones como sólo su celebrada Sarabanda es capaz de hacer.

Luego de observar ese ojo inmensamente abierto - con una expresión de niña a punto de hacer una travesura, o que ya hizo…- me dispongo a hundirme en las profundidades de Bach en esta tierra catalana que, en parte, lo hizo renacer. Ya nos explicará Frances el porqué de su acertada selección.

Carlos Calderón Urreiztieta